Cartas de la Guerra
Cartas de la Guerra
He encontrado algunas cartas escritas durante la guerra, os las iré poniendo si quereis, creo que en general son muy interesante, ,por que son testimonios en primera persona de lo que se vivía.
Carta del cabo Karl W. 2 Kp. Inf. Rgt. 71 – 29 Inf. Div escrita el 24-12-42 a su esposa Hildegard:
¡Queridos míos!
Hoy es el gran día y yo estoy sentado aquí, en la triste Rusia. Nos han dicho que nos darían pastel y un poco de pan. Otra vez tenemos la oportunidad de ponernos las botas.
Respecto a los paquetes, no necesitamos preocuparnos porque los sellos no llegarán a tiempo. Me alegraría recibir algún día una carta de vosotros. Hace ya 10 semanas que no sé nada de vosotros. Cuando hoy por la tarde llegue el transporte con la comida, quizás traiga correo, y quizás haya una carta par mí.
Si hubiera una para mí, eso sería el mayor regalo de Navidad. Desde hace dos días, Hans está también con nosotros, y es mejor estar con la tropa que en la caravana. Casi ya no hay nada que comer, y todo está bastante tranquilo. Durante el día no podemos salir del búnker, porque los rusos están a escasos 300 metros de nosotros y disparan a cada hombre.
¿Cómo van las cosas por casa? Puedes hacer un pastel, aunque sólo sea con leche y harina. Dale una alegría a nuestro querido niño. Si tú te alegras, yo me alegro en la distancia, mi querida esposa. Si sólo tuviera un poco de suerte, podríamos celebrar juntos las Navidades de 1943.
Mi querida esposa, si has revelado el carrete, envíame un par de fotos. No tengo ninguna de nuestro pequeño Karl-Heinz. Aún puedo verlo, cuando tuve que marcharme de nuevo los dos me mirabais a través de la ventana. Aún puedo oír también a Otto gritando en la estación: “Adiós, Papá”.
El uno de enero te enviaré 120 marcos. Ingresa 60 en la libreta de ahorros, pero si puedes comprar algo, prefiero invertirlo.
Da igual, lo que sea. Por ti podría encontrar un regalo de Navidad mejor. ¿Cómo van las cosas con Lauer? Si has recibido algo, haz tal como te indiqué por escrito. Querida Hilde, cuando seamos libres, tendré que ir al hospital militar, porque mi brazo está cada vez más débil. Sólo es huesos y piel.
El día veinte hará cuatro semanas que estamos rodeados. Desde hace cuatro semanas solo recibimos media ración. Te puedes imaginar de las cosas que prescindimos. No se lo cuentes a nadie, porque podría ser un problema para mí. No te preocupes, aguantaré. Aún me quedan fuerzas. Pensar en vosotros me da fuerzas para seguir aguantando. Para acabar, deciros que espero pasar las próximas Navidades con vosotros. Muchos saludos y besos de vuestro querido Papá. De momento, no envíes más paquetes.
Hasta la vista.
¡Queridos míos!
Hoy es el gran día y yo estoy sentado aquí, en la triste Rusia. Nos han dicho que nos darían pastel y un poco de pan. Otra vez tenemos la oportunidad de ponernos las botas.
Respecto a los paquetes, no necesitamos preocuparnos porque los sellos no llegarán a tiempo. Me alegraría recibir algún día una carta de vosotros. Hace ya 10 semanas que no sé nada de vosotros. Cuando hoy por la tarde llegue el transporte con la comida, quizás traiga correo, y quizás haya una carta par mí.
Si hubiera una para mí, eso sería el mayor regalo de Navidad. Desde hace dos días, Hans está también con nosotros, y es mejor estar con la tropa que en la caravana. Casi ya no hay nada que comer, y todo está bastante tranquilo. Durante el día no podemos salir del búnker, porque los rusos están a escasos 300 metros de nosotros y disparan a cada hombre.
¿Cómo van las cosas por casa? Puedes hacer un pastel, aunque sólo sea con leche y harina. Dale una alegría a nuestro querido niño. Si tú te alegras, yo me alegro en la distancia, mi querida esposa. Si sólo tuviera un poco de suerte, podríamos celebrar juntos las Navidades de 1943.
Mi querida esposa, si has revelado el carrete, envíame un par de fotos. No tengo ninguna de nuestro pequeño Karl-Heinz. Aún puedo verlo, cuando tuve que marcharme de nuevo los dos me mirabais a través de la ventana. Aún puedo oír también a Otto gritando en la estación: “Adiós, Papá”.
El uno de enero te enviaré 120 marcos. Ingresa 60 en la libreta de ahorros, pero si puedes comprar algo, prefiero invertirlo.
Da igual, lo que sea. Por ti podría encontrar un regalo de Navidad mejor. ¿Cómo van las cosas con Lauer? Si has recibido algo, haz tal como te indiqué por escrito. Querida Hilde, cuando seamos libres, tendré que ir al hospital militar, porque mi brazo está cada vez más débil. Sólo es huesos y piel.
El día veinte hará cuatro semanas que estamos rodeados. Desde hace cuatro semanas solo recibimos media ración. Te puedes imaginar de las cosas que prescindimos. No se lo cuentes a nadie, porque podría ser un problema para mí. No te preocupes, aguantaré. Aún me quedan fuerzas. Pensar en vosotros me da fuerzas para seguir aguantando. Para acabar, deciros que espero pasar las próximas Navidades con vosotros. Muchos saludos y besos de vuestro querido Papá. De momento, no envíes más paquetes.
Hasta la vista.
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Comisionado_Gordon
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Puta mierda de guerra.
Y eso que es probable que la carta, si es verdadera, nunca se enviase por que la censura militar la habría destruído. Pero todos esos documentos del frente, bien cartas o bien diarios que sobrevivieron dando esquinazo al censor, te parten el alma.
Menos mal que para nosotros esto solo es un mas que agradable pasatiempo. Creo que todos en el fondo sabemos que la guerra es una verdadera hijoputada. Y que no nos gusta pensar en ella mas allá que como suscesos históricos calamitosos o mejor aun, como transfondo para un estupendo juego de miniaturas.
Y eso que es probable que la carta, si es verdadera, nunca se enviase por que la censura militar la habría destruído. Pero todos esos documentos del frente, bien cartas o bien diarios que sobrevivieron dando esquinazo al censor, te parten el alma.
Menos mal que para nosotros esto solo es un mas que agradable pasatiempo. Creo que todos en el fondo sabemos que la guerra es una verdadera hijoputada. Y que no nos gusta pensar en ella mas allá que como suscesos históricos calamitosos o mejor aun, como transfondo para un estupendo juego de miniaturas.
Otra carta de un soldado alemán en Stalingrado... la verdad es que estas cartas le ponen a uno los pelos de punta:
…Mi vida no ha cambiado en nada; es ahora como hace diez años, bendito por las estrellas, maldito por los hombres. No tuve amigos, y tu sabes por qué no querían saber nada de mí. Era feliz cuando podía sentarme al telescopio y mirar al cielo y al mundo de las estrellas, feliz como un niño al que le permiten jugar con los astros.
... Fuiste mi mejor amiga, Mónica. Sí, lees bien, fuiste. El momento es demasiado serio como para bromas. Esta carta tardará en llegarte dos semanas. Por entonces ya habrás leído en los periódicos lo que ha tenido lugar aquí. No pienses mucho en ello, porque en realidad todo habrá terminado de forma diferente; deja que los demás se preocupen de la "película de los hechos".¿Qué son ellos para ti o para mí? Siempre pensaba en años luz, pero sentía en segundos. Además, aquí tengo mucho trabajo con el tiempo. Somos cuatro, y si las cosas continúan como hasta ahora podemos darnos por contentos.
Lo que hacemos es muy sencillo. Nuestro tarea consiste en medir las temperaturas y la humedad, informar sobre la visibilidad y los bancos de nubes.
Si algún burócrata leyera lo que aquí escribo obtendría una flagrante violación de la seguridad militar. Mónica, ¿qué es nuestra vida comparada con los muchos millones de años del cielo estrellado?. En esta hermosa noche, Andrómeda y Pegaso están justo sobre mi cabeza. Las
he mirado mucho tiempo; pronto estaré muy cerca de ellas. Mi paz y mi felicidad se las debo a las estrellas, de las cuales tu eres la mas bella para mí. Las estrellas son eternas, pero la vida de un hombre es como una mota de polvo en el universo.
A mi alrededor todo se derrumba, un ejercito entero muere, el día y la noche arden...y cuatro hombres se atarean con informes diarios sobre temperaturas y bancos de nubes. No sé mucho sobre la guerra. Ningún ser humano ha muerto por mi mano. Nunca he disparado munición real con mi pistola. Pero sé muy bien una cosa: la otra parte nunca ha mostrado ni una pizca de comprensión por sus hombres. Me habría gustado contar estrellas unas cuantas decadas más, pero ahora nada parece ir en ese sentido.
…Mi vida no ha cambiado en nada; es ahora como hace diez años, bendito por las estrellas, maldito por los hombres. No tuve amigos, y tu sabes por qué no querían saber nada de mí. Era feliz cuando podía sentarme al telescopio y mirar al cielo y al mundo de las estrellas, feliz como un niño al que le permiten jugar con los astros.
... Fuiste mi mejor amiga, Mónica. Sí, lees bien, fuiste. El momento es demasiado serio como para bromas. Esta carta tardará en llegarte dos semanas. Por entonces ya habrás leído en los periódicos lo que ha tenido lugar aquí. No pienses mucho en ello, porque en realidad todo habrá terminado de forma diferente; deja que los demás se preocupen de la "película de los hechos".¿Qué son ellos para ti o para mí? Siempre pensaba en años luz, pero sentía en segundos. Además, aquí tengo mucho trabajo con el tiempo. Somos cuatro, y si las cosas continúan como hasta ahora podemos darnos por contentos.
Lo que hacemos es muy sencillo. Nuestro tarea consiste en medir las temperaturas y la humedad, informar sobre la visibilidad y los bancos de nubes.
Si algún burócrata leyera lo que aquí escribo obtendría una flagrante violación de la seguridad militar. Mónica, ¿qué es nuestra vida comparada con los muchos millones de años del cielo estrellado?. En esta hermosa noche, Andrómeda y Pegaso están justo sobre mi cabeza. Las
he mirado mucho tiempo; pronto estaré muy cerca de ellas. Mi paz y mi felicidad se las debo a las estrellas, de las cuales tu eres la mas bella para mí. Las estrellas son eternas, pero la vida de un hombre es como una mota de polvo en el universo.
A mi alrededor todo se derrumba, un ejercito entero muere, el día y la noche arden...y cuatro hombres se atarean con informes diarios sobre temperaturas y bancos de nubes. No sé mucho sobre la guerra. Ningún ser humano ha muerto por mi mano. Nunca he disparado munición real con mi pistola. Pero sé muy bien una cosa: la otra parte nunca ha mostrado ni una pizca de comprensión por sus hombres. Me habría gustado contar estrellas unas cuantas decadas más, pero ahora nada parece ir en ese sentido.
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Comisionado_Gordon
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Sorprende, porque a la vez que las personas se convierten en simples recursos de uno u otro país que hay que utilizar o sacrificar (hablando a gran escala), cuando lees esto, ves estas cartas como mucho más humanas, parece que la gente se vuelva cada vez más inhumana hacia fuera y mcas humana para sus adentros
Sé que me acusareis de sensiblero, pero no puedo evitar poner otra carta más, en estos momentos me hierve la sangre por las actuaciones de algunos personajes contra mí y al menos leyendo estas cartas le hacen comprender a uno las cosas verdaderamente importantes y mantener la calma, esta es la carta de otro soldado alemán en Stalingrado a su hermana:
Hoy hablé con Hermann. Está al sur del frente. A unos cientos de metros de mí. No queda mucho de su regimiento. Pero el hijo de B. el panadero todavía está con él. Hermann aún tenía la carta en la que nos contabas la muerte de papá y mamá. Le hablé una vez más, por ser el hermano mayor, e intenté consolarle, aunque yo también estoy al límite. Es bueno que papá y mamá no sepan que Hermann y yo nunca volveremos a casa. Es muy duro el que tengas que cargar con el peso de cuatro personas muertas a lo largo de toda tu vida.
...Yo quería ser teólogo, papá quería tener una casa, y Hermann quería construir fuentes. Nada ha salido como debiera. Tu sabes como está la cosa en casa, y nosotros sabemos demasiado bien lo que pasa aquí. No, la verdad es que esas cosas que planeamos no han salido como imaginábamos. Nuestros padres están enterrados bajo las ruinas de su casa, y nosotros, aunque suene irónico, estamos enterrados con unos cientos o más de hombres en una trinchera en la parte sur de la bolsa. Pronto, estas trincheras estarán llenas de nieve.
Hoy hablé con Hermann. Está al sur del frente. A unos cientos de metros de mí. No queda mucho de su regimiento. Pero el hijo de B. el panadero todavía está con él. Hermann aún tenía la carta en la que nos contabas la muerte de papá y mamá. Le hablé una vez más, por ser el hermano mayor, e intenté consolarle, aunque yo también estoy al límite. Es bueno que papá y mamá no sepan que Hermann y yo nunca volveremos a casa. Es muy duro el que tengas que cargar con el peso de cuatro personas muertas a lo largo de toda tu vida.
...Yo quería ser teólogo, papá quería tener una casa, y Hermann quería construir fuentes. Nada ha salido como debiera. Tu sabes como está la cosa en casa, y nosotros sabemos demasiado bien lo que pasa aquí. No, la verdad es que esas cosas que planeamos no han salido como imaginábamos. Nuestros padres están enterrados bajo las ruinas de su casa, y nosotros, aunque suene irónico, estamos enterrados con unos cientos o más de hombres en una trinchera en la parte sur de la bolsa. Pronto, estas trincheras estarán llenas de nieve.
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Sargento_Hartman
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Una carta más, también de Stalingrado...
El Fuhrer nos hizo la firme promesa de sacarnos de aquí; nos lo leyó y creimos en ello firmemente. Incluso ahora aún lo creo, porque he de creer en algo. Si no es cierto ¿en que otra cosa podría creer? Dentro de poco no tendré necesidad de primavera, verano o de algo agradable. Por lo que, abandoname a mi destino, querida Greta; toda mi vida, al menos ocho años de ella, creí en el Fuhrer y su palabra. Es terrible como dudan aquí, y vergonzoso escuchar lo que dicen sin poder responder, porque los hechos están de su parte.
En enero cumplirás veintiocho. Eso es ser aún muy joven para una mujer guapa, y me gustaría poderte decir este cumplido una y otra vez. Me echarás mucho de menos, pero incluso así, no te aisles. Deja pasar unos meses, pero no más. Gertrud y Claus necesitan un padre. No olvides que debes vivir para los niños y no les hables demasiado de su padre.
Los niños olvidan pronto, especialmente a esa edad. Fíjate bien en el hombre que elijas, toma nota de sus ojos y de la presión de su apretón de manos, como fue nuestro caso, y no te equivocarás. Pero sobre todo, anima a los niños a ser personas rectas que puedan llevar la cabeza bien alta y mirar a todo el mundo directamente a los ojos. Te escribo estas líneas apenado. No me creerías si te dijera que ha sido fácil, pero no te preocupes. No me asusta lo que se avecina. Repítete a ti misma y a los niños cuando sean mayores que su padre nunca fue un cobarde, y que ellos nunca deben serlo.
El Fuhrer nos hizo la firme promesa de sacarnos de aquí; nos lo leyó y creimos en ello firmemente. Incluso ahora aún lo creo, porque he de creer en algo. Si no es cierto ¿en que otra cosa podría creer? Dentro de poco no tendré necesidad de primavera, verano o de algo agradable. Por lo que, abandoname a mi destino, querida Greta; toda mi vida, al menos ocho años de ella, creí en el Fuhrer y su palabra. Es terrible como dudan aquí, y vergonzoso escuchar lo que dicen sin poder responder, porque los hechos están de su parte.
En enero cumplirás veintiocho. Eso es ser aún muy joven para una mujer guapa, y me gustaría poderte decir este cumplido una y otra vez. Me echarás mucho de menos, pero incluso así, no te aisles. Deja pasar unos meses, pero no más. Gertrud y Claus necesitan un padre. No olvides que debes vivir para los niños y no les hables demasiado de su padre.
Los niños olvidan pronto, especialmente a esa edad. Fíjate bien en el hombre que elijas, toma nota de sus ojos y de la presión de su apretón de manos, como fue nuestro caso, y no te equivocarás. Pero sobre todo, anima a los niños a ser personas rectas que puedan llevar la cabeza bien alta y mirar a todo el mundo directamente a los ojos. Te escribo estas líneas apenado. No me creerías si te dijera que ha sido fácil, pero no te preocupes. No me asusta lo que se avecina. Repítete a ti misma y a los niños cuando sean mayores que su padre nunca fue un cobarde, y que ellos nunca deben serlo.
Una nueva carta...
… El martes destruí dos T-34... después pasé junto a los restos humeantes. De la torreta colgaba un cuerpo, cabeza abajo, sus pies atrapados y sus piernas ardiendo hasta las rodillas. El cuerpo estaba vivo, la boca gesticulaba. Debía de sufrir un dolor horrible. Y no había posibilidad de liberarle. Incluso si la hubiera habido, habría muerto tras unas pocas horas de tortura. Le disparé, y cuando lo hice, las lágrimas corrieron por mis mejillas. Ahora llevo llorando tres noches por un tanquista ruso muerto, de quien soy su asesino. Los "cruces" de Gumrak me dan asco, y también muchas cosas ante las que mis camaradas cierran los ojos y aprietan los dientes. Me temo que nunca volveré a dormir tranquilo en el caso de que vuelva con vosotros. Mi vida es una terrible contradicción, una monstruosidad psicológica.
… El martes destruí dos T-34... después pasé junto a los restos humeantes. De la torreta colgaba un cuerpo, cabeza abajo, sus pies atrapados y sus piernas ardiendo hasta las rodillas. El cuerpo estaba vivo, la boca gesticulaba. Debía de sufrir un dolor horrible. Y no había posibilidad de liberarle. Incluso si la hubiera habido, habría muerto tras unas pocas horas de tortura. Le disparé, y cuando lo hice, las lágrimas corrieron por mis mejillas. Ahora llevo llorando tres noches por un tanquista ruso muerto, de quien soy su asesino. Los "cruces" de Gumrak me dan asco, y también muchas cosas ante las que mis camaradas cierran los ojos y aprietan los dientes. Me temo que nunca volveré a dormir tranquilo en el caso de que vuelva con vosotros. Mi vida es una terrible contradicción, una monstruosidad psicológica.
Otra, tranquilos, de Stalingrado ya quedan solo un par más además de esta.
Tenía que haber muerto en tres ocasiones, pero habría sido repentinamente, sin estar preparado para ello. Ahora es diferente. Desde esta mañana sé como están las cosas; y ya que me siento liberado, quiero que tu también te liberes de la aprensión y la incertidumbre.
Me quede atónito cuando ví el mapa. Estamos totalmente solos, sin ayuda del exterior.
Hitler nos ha dejado en la estacada. Si el aeródromo continúa en nuestro poder, puede
que esta carta aún salga. Nuestra posición está al norte de la ciudad. Los hombres de mi batería sospechan algo, pero no lo saben tan seguro como yo. Así que esto parece el final.
Hannes y yo no nos rendiremos; ayer, después de que nuestra infantería retomara una posición, vi cuatro hombres que habían sido hechos prisioneros por los rusos. No, no caeremos en cautividad. Cuando Estalingrado haya caido, sabrás que no volveré.
Eres la mujer de un oficial alemán, por lo que te tomarás lo que he de decirte con serenidad y firmeza, igual que en el el andén de la estación el día en que partí para el Este. No soy escritor, y mis cartas nunca han sido más largas de una página. Hoy habría mucho que decir, pero me lo reservo para más tarde, p.e., seis semanas si todo marcha bien y cien años si no. Has de contar con esta última posibilidad. Si todo va bien, tendremos mucho tiempo para hablar, y en ese caso ¿por qué he de escribirte tanto, ahora que me resulta tan difícil?. De todas formas, si las cosas se tuercen, esas palabras no te harían mucho bien.
Tenía que haber muerto en tres ocasiones, pero habría sido repentinamente, sin estar preparado para ello. Ahora es diferente. Desde esta mañana sé como están las cosas; y ya que me siento liberado, quiero que tu también te liberes de la aprensión y la incertidumbre.
Me quede atónito cuando ví el mapa. Estamos totalmente solos, sin ayuda del exterior.
Hitler nos ha dejado en la estacada. Si el aeródromo continúa en nuestro poder, puede
que esta carta aún salga. Nuestra posición está al norte de la ciudad. Los hombres de mi batería sospechan algo, pero no lo saben tan seguro como yo. Así que esto parece el final.
Hannes y yo no nos rendiremos; ayer, después de que nuestra infantería retomara una posición, vi cuatro hombres que habían sido hechos prisioneros por los rusos. No, no caeremos en cautividad. Cuando Estalingrado haya caido, sabrás que no volveré.
Eres la mujer de un oficial alemán, por lo que te tomarás lo que he de decirte con serenidad y firmeza, igual que en el el andén de la estación el día en que partí para el Este. No soy escritor, y mis cartas nunca han sido más largas de una página. Hoy habría mucho que decir, pero me lo reservo para más tarde, p.e., seis semanas si todo marcha bien y cien años si no. Has de contar con esta última posibilidad. Si todo va bien, tendremos mucho tiempo para hablar, y en ese caso ¿por qué he de escribirte tanto, ahora que me resulta tan difícil?. De todas formas, si las cosas se tuercen, esas palabras no te harían mucho bien.
Bueno, haremos un paréntesis de cartas de Stalingrado para variar un poco, esta es la carta de un oficial alemán en Buenos Aires a finales de 1939
Carta del capitán Langsdorff
".....Excelencia:
Después de haber lucho largo tiempo,he tomado la grave decisión de hundir al acorazado Admira Graf Spee, a fin de que no caiga en manos del enemigo.Estoy convencido de que , en estas circunstancias, no me quedaba otra resolución que tomar después de haber conducido mi buque a la "trampa" de Montevideo. En efecto,toda tentativa para abrir un camino hacia alta mar estaba condenada al fracaso a causa de las pocas municiones que quedaban: Una vez agotadas esas municiones, sólo en aguas profundas podría hundir el buque a fin de impedir que el enemigo se apoderara de él. Antes que exponer mi navío a caer parcial o totalmente en manos del enemigo,después de haberse batido bravamente, he decidido no combatir, sino destruír su material y hundirlo...Desde un principio he aceptado sufrir las consecuencias que implicaba mi resolución.Para un comandante que tiene sentido del honor,se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío...Ya no podré participar activamente en la lucha que libra actualmente mi país. Sólo puedo probar con mi muerte que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. A mí sólo corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee. Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina. Me enfrento con mi destino conservando mi fé intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Fuhrer.
Dirijo esta carta a Vuestra Excelencia en la calma de la tarde, después de haber reflexionado tranquilamente,para que usted pueda informar a mis superiores y, si es necesario, desmentir los rumores públicos.
Capitán de Navío(K.M.) Hans Langsdorff. Último Comandante del Acorazado Admiral Graf Spee.
Buenos Aires 19 de Diciembre de 1939.
(Material suministrado por el capitan Rolf Fisher del Afrika Korps)
Nota: El comandante Langsdorff se suicidó el 20 de diciembre de 1939 por orden de Hitler, después de enviar su carta al Ministro Alemán.
Carta del capitán Langsdorff
".....Excelencia:
Después de haber lucho largo tiempo,he tomado la grave decisión de hundir al acorazado Admira Graf Spee, a fin de que no caiga en manos del enemigo.Estoy convencido de que , en estas circunstancias, no me quedaba otra resolución que tomar después de haber conducido mi buque a la "trampa" de Montevideo. En efecto,toda tentativa para abrir un camino hacia alta mar estaba condenada al fracaso a causa de las pocas municiones que quedaban: Una vez agotadas esas municiones, sólo en aguas profundas podría hundir el buque a fin de impedir que el enemigo se apoderara de él. Antes que exponer mi navío a caer parcial o totalmente en manos del enemigo,después de haberse batido bravamente, he decidido no combatir, sino destruír su material y hundirlo...Desde un principio he aceptado sufrir las consecuencias que implicaba mi resolución.Para un comandante que tiene sentido del honor,se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío...Ya no podré participar activamente en la lucha que libra actualmente mi país. Sólo puedo probar con mi muerte que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. A mí sólo corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee. Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina. Me enfrento con mi destino conservando mi fé intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Fuhrer.
Dirijo esta carta a Vuestra Excelencia en la calma de la tarde, después de haber reflexionado tranquilamente,para que usted pueda informar a mis superiores y, si es necesario, desmentir los rumores públicos.
Capitán de Navío(K.M.) Hans Langsdorff. Último Comandante del Acorazado Admiral Graf Spee.
Buenos Aires 19 de Diciembre de 1939.
(Material suministrado por el capitan Rolf Fisher del Afrika Korps)
Nota: El comandante Langsdorff se suicidó el 20 de diciembre de 1939 por orden de Hitler, después de enviar su carta al Ministro Alemán.
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