La segunda Playa Omaha

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La segunda Playa Omaha

Mensajepor bertz » 17 Ene 2006, 16:14

LA SEGUNDA PLAYA OMAHA
Una entrevista con John Holanbird, 307 de Ingenieros, 504 RCT

El 20 de Septiembre de 1944, la guerra en el Oeste dependía de si los Paracaidistas americanos podrían conquistar el Puente de Nimega antes de que los alemanes lo destruyeran. El destino de la operación Market-Garden y el de 10.000 Paracaidistas ingleses sitiados estaba en la captura del puente. Se planeó un arriesgado cruce a plena luz del día para capturarlo.

Después de nuestra última conversación de la semana pasada, he estado removiendo mi pasado, buscando sabe Dios qué… Pero usted me llamó, y me hizo preguntas que hasta entonces nadie me había hecho. ¿Cómo me sentí? ¿Cómo fue aquello? ¿Antes? ¿Después? ¿Durante? Y le di unas cuantas buenas respuestas. Pero nuestra conversación abrió toda clase de grietas en mi mente, paso la noche en vela reviviéndolo, o tratando de revivir… el cruce del Río Waal.

Miércoles 20 de Septiembre de 1944. Antes del Cruce.
La Compañía C, del 307 de Ingenieros había avanzado cerca del río… no recuerdo si fue la noche anterior o por la mañana temprano (creo que más bien lo segundo). El Capitán “Spike” Harris me llamó… y juntos caminamos hacia la central eléctrica del río Waal con otros oficiales y sargentos de pelotón de la Compañía C. No tenía ni idea de dónde íbamos. Y pienso que Spike tampoco sabía mucho más. Nos reunimos con el Coronel Tucker (Comandante en Jefe del 504 Regimiento de Infantería Paracaidista), el Mayor Cook y otros oficiales de campo. Estaba convencido de que algo GRANDE estaba en marcha, porque por lo general no íbamos de fiesta con todos esos oficiales de alto rango. Subimos al segundo piso o así, y miramos sobre el río (era ancho), no podíamos ver demasiado desde donde estábamos. Entonces empecé a darme cuenta de qué iba todo aquello… lo íbamos a cruzar, y los ingenieros del ejército íbamos a ser los timoneles para la ocasión. Ergo, estábamos allí para planear un asalto nocturno. “¿Dónde están los botes?”, preguntamos… “En camino”, dijeron. “¿Qué clase de botes?”… “Imagina, lanchas de asalto británicas, de lienzo”. “¿Cuándo llegarán?”. “Por la tarde”.

Y entonces entendí que iban en serio con eso de un cruce a plena luz del día, ¡guau!. “¿Quién nos va a proteger? Ese es un río ancho..” “Confiaremos en los blindados ingleses para atacar la otra orilla, y tender una cortina humo, de manera que nadie sea capaz de vernos”. Vi claro que aquella era una idea temeraria, y los ingenieros íbamos a ser una gran parte de ella.

Supongo que Spike y el resto de nosotros volvimos con la compañía, y nos dirigimos en fila al este de la central eléctrica, bajo un terraplén. Spike dijo que yo iba a llevar una escuadra de mi pelotón en primer lugar. Que hiciese lo que pudiera si había minas, apoyase a la infantería, etc. etc etc. No estoy muy seguro de por qué me eligió…, pero nunca cuestionábamos esa clase de decisiones.

Miércoles 20 de Septiembre de 1944, 3 de la tarde: El Cruce.
Recuerdo el caos que se formó a eso de las 3 de la tarde. El Tercer Batallón del 504, unos 500 hombres, bajaban a la carga. Los oficiales iban gritando y como no, nuestra compañía C del 307, unos 100 hombres. No puedo recordar nada excepto confusión, no estaba seguro de qué estaba ocurriendo, o qué estaba a punto de ocurrir.

En algún momento, los tanques Ingleses se alinearon tras un terraplén con los cañones apuntado arriba, para lanzar humo y proyectiles a través del río. Por último, algunos “lorries” (camiones) del ejército Británico llegaron con los botes de asaltado empaquetados, creo que eran dos camiones, tal vez más.

Nos pusimos manos a la obra. Después de todo, éramos los “expertos es cruzar ríos”. Descargamos los botes uno a uno. ¿Adivinamos como se montaban, o algún inglés nos enseñó? ¿Quién sabe? De alguna manera, conseguimos montar uno, y supe que ese era el mío. ¿Hubo una orden de avanzar? No lo recuerdo. Sólo sé que se suponía que tendríamos que arrastrar ese bote por el lodazal, a través de la orilla de arena y a través del jodido río. ¿Cómo me sentía? Estaba aturdido y paralizado. Si realmente me hubiese parado a pensar en cruzar a plena luz después de todo ese parloteo en la central eléctrica… supongo que me habría asustado, sabiendo lo que probablemente nos esperaba… Pero imaginé que si Spike y el resto de genios pensaban que podíamos lograrlo, ¿por qué no?

Así que reuní a mi escuadra, agarramos el bote y bajamos el terraplén, de unos 15 pies. Creo que el bote de lienzo era más pesado de lo que parecía, cruzamos el lodo arenoso hasta el extremo del río y nos echamos al agua. Empujamos el bote hasta que todos pudimos meternos dentro. Y se desató el infierno. Tanques disparando, humo por todas partes y montones de armas cortas disparando. Tenía experiencia en canoas y en remo, junto con un periodo en una tripulación en Harvard. Así que tomé el timón y grite “¡Remad!”,“¡Remad!”, “¡Remad!”, mientras pasábamos el Waal. Creo que éramos unos once ingenieros, y todos teníamos remos, cinco en cada lado, y allá que fuimos. Había un constante silbar de balas a nuestro alrededor, pero por alguna razón ninguno resultamos heridos. Alcanzamos la otra orilla y salimos corriendo como Indios y Vaqueros orilla arriba. Tres de nuestros chicos se quedaron, iban a dar la vuelta a coger otra remesa (creo que tuvieron el trabajo más duro de todos)

Miércoles 20 de Septiembre de 1944, 3.30 p.m.: Después del Cruce.
¡Cuando alcanzamos la orilla estábamos exultantes! ¡Drogados! De alguna manera habíamos conseguido salvar esa distancia sin un arañazo. Salimos de los botes playa arriba hacia terreno más alto, y gradualmente avanzamos hacia el este donde sabíamos que estaba el puente sobre la carretera. No buscamos minas, sólo corrimos y corrimos. Éramos ocho jóvenes, de 19 a 23 años, que habían vuelto a nacer, y avanzamos como un escuadrón de caballería. ¡Nada nos podía detener! Creo que éramos ocho, siete de la escuadra y yo, y no esperamos al 504. Corrimos hacia adelante. Había una casamata frente a nosotros, quién sabe si había defensores. Tiramos granadas dentro y seguimos adelante, había dos casas. Creo que estaban deshabitadas, pero igualmente tiramos granadas y seguimos. En algún momento recordé mis obligaciones como oficial, escribí una breve nota para el Capitán Spike y se la mandé con uno de mis ingenieros.

Nos dividimos, de aquí en delante pierdo los recuerdo. Quedábamos seis, y estábamos todos saltando y corriendo por todas partes. Nos parecía que nos bastábamos para conquistar el Puente.

Como un mal oficial, yo encabezaba el grupo. Recuerdo correr sobre unos pastos cuando me sorprendió el silbido de las balas pasando a mi alrededor, sorprendido vi vacas muertas panza arriba, y me pregunté si realmente había alguien disparándome a mí, a mí, uno de los victoriosos cruzadores del Waal.

Finalmente, hora y media después, mi euforia empezó a desvanecerse. Encontré una pequeña casa de 6x6, seguramente un almacén de una granja. Me quité el casco y miré alrededor. Deberían ser la 5 o las 5 y 30. Las balas seguían silbando alrededor, pero no me tiraban a mí (eso esperaba). Me preguntaba qué demonios se suponía que estaba haciendo. No tenía hombres, ni una misión, y desde luego, no era un conquistador. Llegaron dos de mis hombres y celebramos un pequeño consejo, para decidir si seguir avanzando o volver a la cabeza de playa.

En ese momento, vimos acercarse por una zanja al Mayor Cook y elementos del Tercer Batallón. Reporté al Mayor Cook, diciéndole que todo estaba OK por esa granja y, dado que sólo tenía dos hombres, que considerábamos ver cómo podíamos ayudar en la zona de llegada. Allí los tres nos juntamos con otros 20 hombres de la 504, y gradualmente regresamos a la playa, que estaba desierta excepto por algunos botes volcado y seis muertos… un final no muy brillante para nuestra travesía.

Miércoles 20 de Septiembre de 1944: Por la noche
Los dos de mi escuadra y yo permanecimos en la cabeza de playa esa noche, y volvimos a la otra orilla del Waal cuando llegó un bote desde el otro lado. Otros tres se unieron al avance del Tercer Batallón del 504. El Sargento Kero murió mientras disparaba un bazooka a un Panzer alemán (recibió a título póstumo la Cruz de Servicios Distinguidos). Los otros dos regresaron sanos y salvos.

Creo que la compañía perdió 4 o 5 hombres, y unos 12 fueron heridos. (He encontrado mi “diario” de la campaña en Holanda, y me he dado cuenta de que a penas menciono el cruce del río Waal. ¡Supongo que seguía aturdido!)[/b]

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